El cura modista de monjas (1ª parte)Siguiente Noticia Impactante

Construye una iglesia con palillos de helado y la Gendarmería se la quema por precaución.

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El cura modista de monjas (1ª parte)

El LMI aplaudimos las historias de éxito allá donde se encuentren y por supuesto con independencia de lo chocante que en un primer momento pueda parecernos. En este caso os traemos la historia Lormi Obscuran, un sacerdote belga, que decidió dar una solución muy original a los problemas económicos de su congregación.

Flatten Vigde es una pequeña localidad al Sur de bélgica, poco conocida pero con paisajes de película, o si lo prefieren de la mítica Heidi. El rio Top trae agua fresca de la montaña creando un bello escenario para esta curiosa historia.

Esta singularidad sin embargo, tiene el contrapunto del difícil acceso y sobre todo de la dificultad para obtener recursos por ninguna actividad debido a la escasez de vida en los pueblos y de tránsito en general. Esta aparente falta de vida, sin embargo es compensada por la gran cantidad de monasterios y abadias que pueblan la zona. Muchos de ellos de gran antiguedad.

Tradicionalmente las congregaciones de monjas de la zona, nunca han tenido problemas económicos ya que desde siempre han elaborado dulces y productos de respostería que son muy apreciados por la población belga y los distribuidores compiten por llevar la comercialización de estos manjares casi medievales. Esto no colma de lujos a las monjas pero sí les proporciona suficiente para sus necesidades.

Muy distinto es el caso de los monasterios de monjes que siempre han estado más vinculados al ejercicio de actividades pastorales y el cobro de la voluntad por ellas. La despoblación ha hecho estragos y los pocos monasterios 'masculinos' que sobreviven deben recurrir a la caridad o como en el caso que os contamos, al ingenio.

El cura Lormi, hombre calmado, de semblante serio, había ocupado gran parte de sus 61 años de edad ayudando en una misión en Africa centrada en proveer de ropa a la población así como diseñar programas de aprendizaje para la población local. Esto le hizo aprender muchísimo sobre costura y sobre telas africanas elaboradas con materiales muy artesanales y muy coloridas. Y por ahí le vino la idea al bueno de Lordi.

Observó que pese a lo apartado del sitio, la nutrida población de monjas y las numerosas congregaciones que al amparo de la producción respostera florecían, hacían viable lo que en principio pensó como trueque (moda por dulces) y posteriormente se transformó en un próspero negocio para su abadía y las pocas de los alrededores.

El resto de curas rápidamente adoptaron la idea del peculiar y enjuto Lormi, quien ponía todo su empeño en el diseño de hábitos más modernos y sobre todo con un toque africano y vistoso que atrajeran ingresos para sus paupérrimas arcas. Sus diseños eran muy apreciados entre las monjas de la zona, ya que con el más estricto decoro lograban introducir algo de la sabana africana en las verdes montañas belgas. Pero el siempre imaginativo Lormi no se quedó ahí y quiso dar un paso más...

Continuará...

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